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Videos de Soles en el teatro Odeón

Corría 1982 y la dictadura militar daba sus últimos coletazos contra el pueblo argentino. Decenas de artistas continuaban prohibidos, muchos fuera del país y otros asumiendo una lucha cotidiana por hacerse oír. Una guerra tan nefasta como injusta promovía, sin buscarlo, uno de los hechos artísticos más significativos que ocurrieron en la Argentina, durante los últimos 30 años. El rock nacional pudo proliferar. Algunos antecedentes como Luis Alberto Spinetta, Charly García o Litto Nebbia habían trazado un campo cultural de representación popular que la dictadura obstinadamente silenciaba. En el país se consumía cultura importada, a veces pasatista, a veces no, y los representantes “oficiales” de la música nacional vendían "La felicidad" en surcos, para disfrazar uno de los momentos más cruentos y oscuros de nuestra historia. Sin embargo, por esa vocación de generar la rivalidad y alimentar el peor costado del nacionalismo, se prohíbe la música en inglés, como si la guerra en lugar de a balazos fuese a corcheas. Esta circunstancia, imprevista para los sellos discográficos, los obligó a abrirle las puertas a aquellos artistas a los que antes se las había cerrado en la cara. El rock argentino encuentra su espacio de difusión y adquiere proyección masiva y nacional.
Marilina Ross ya estaba en el país. Había asumido los riesgos del caso y decidió “vivir o morir aquí”, tal vez cumpliendo los designios de un viejo poema de Paco Urondo al que alguna vez le puso música. Prohibida en los medios masivos de comunicación, su trabajo como actriz se limitaba a la participación en la obra de teatro “Boda Blanca”. Pero los argentinos, los que la esperaban con los brazos abiertos, la habían despedido, allá por 1975, con un éxito rotundo en televisión y en cine. “Piel naranja” y “La Raulito” la llevaron a sus máximos picos de popularidad nacional e internacional. Pero acaso lo más singular de todo y lo que había sorprendido a la crítica de la época era que también los argentinos se habían quedado con las ganas de escucharla cantar. De la mano de Alberto Migré, Marilina vendió 200.000 placas del simple que contenía "Quereme... tengo frío" y ganó un premio “Martín Fierro” al mejor programa musical del año 1975 por el especial “Mis Estados de Ánimo” emitido por Canal 13. Nunca lo pudo recibir, ya estaba prohibida.
En este panorama tormentoso, Marilina recorre los boliches y pubs de la ciudad. Había traído de España una forma de expresión que mostraba su maduración como cantautora y que demostraba que, como la nena, nunca se quedaba quieta. Temas como “Soles” o “Escaleras mecánicas” empiezan a hacerse de los argentinos y los pequeños recintos se colmaban de voces que, “casi sin querer”, cantaban a coro noche, tras noche. Y “uno más uno” se fueron sumando hasta que Sandra Mihanovich, pone su voz a las canciones de María Celina Parrondo y todo el país le canta a la miopía del gordito de gafas, que no quería ver lo que estaba emergiendo a nivel nacional. Y de un día para el otro, acaso demostrando una vez más lo cíclicos que somos como pueblo, la prohibida Marilina Ross era disputada por los tres sellos discográficos principales del momento. Y la Argentina, no vio apenas el sol en el horizonte, sino que los “Soles” se multiplicaron, fueron muchos y diversos y estaban “Aquí y ahora”.
Tal como lo anuncia la primera canción de ese Long Play tan esperado, al “motor no pudieron pararlo” y, aunque continuaba prohibida en los medios masivos de comunicación, la ciudad fue empapelada de carteles. Y “Soles” fue “Doble platino” en un breve lapso. El teatro Odeón de Buenos Aires se colmó durante nueve noches, para escucharla a ella, para recibir una dosis de sinceridad y franqueza tan necesaria en aquel entonces, tan imprescindible como lo sigue siendo hoy. Y a medida que salía el sol, salía Marilina, con su sonrisa aniñada, a iluminarnos para siempre a los argentinos regalándonos sus preciosas canciones.


FICHA TÉCNICA

Músicos:


Guitarras y coros: Rodolfo Gorosito
Teclados y coros: Gabriel Ogando
Flauta, accesorios, coros y segunda voz: Laura Hatton
Batería: Gustavo López
Bajo: Jorge Esperón
Coros: Ana María Gómez


Ayuda musical: Chango Farías Gómez
Puesta en escena y luces: Susana Torres Molina
Textos y Dirección General: Susana Torres Molina y Marilina Ross


EL SHOW


Esta noche yo aquí





Fotos mías





Casi sin querer
Vos, yo, uno más uno





Una escena sobre la censura
Pasaje de ida





Como mis padres





Puerto Pollensa





Aquí y ahora





Carta de un indígena al presidente de los Estados Unidos
Escaleras Mecánicas





Soles




Danza




Estreno de La plaza blanca




Como la cigarra


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