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Tano tiempo...

1980


Marilina Ross y Emilio Alfaro. Ayer, marido y mujer. Hoy, amigos.

TANTO TIEMPO...


Televisión de ayer y televisión de hoy. El país de ayer, y el país de hoy. El amor de antes, y la amistad de ahora. A uno le fue muy bien, el otro se fue, quiso volver, pero le preocupa el presente y el porvenir.



Se casaron. Se separaron. Sin embargo, fueron lo suficientemente maduros para transformar el amor en una profunda amistad. Pero a la hora de balance fueron más allá. Marilina y Alfaro también hablaron de la televisión, del país, del dolor que significa crecer.


Texto: SERGIO CIANCAGLIN
Fotos: MARIO GAMBETTA

En el principio fue lo que los teleteatros llaman una historia de amor; allá, por 1965: "Nos casamos, y esos diez años que viví con Emilio fueron, probablemente, los más felices de mi vida. Que diga eso no quiere decir que tenga nostalgia de aquella época, sino que guardo un recuerdo muy importante, y punto".


Con el tiempo, la relación también fue de trabajo: "Mucha gente se sigue acordando de Marilina, de mí, de Norma Aleandro, Carella, Gené, Stivel, Luppi y Bárbara Mujica por Cosa Juzgada y los demás trabajos del Grupo Gente de Teatro, pero esa fue una etapa que ya pasó. Incluso hoy en día muchas personas insisten en que la televisión actual es mala y que en aquella época era mejor, pero no creo que sea así. Ni antes ni ahora funcionó como tendría que funcionar, y si hubo algunas apariciones esporádicas de calidad -la nuestra pudo haber sido una- ahora también se hacen, cada tanto, cosas buenas. Hombres en pugna puede ser un ejemplo".

La separación deja paso a la amistad

La pareja, en 1974, se desintegró. A partir de ese momento cada uno fue por su lado, pero sin perder el contacto y la amistad. Marilina Ross siguió sola, "aunque algunos postizos he tenido". Emilio Alfaro, en cambio, formó una nueva familia con Cristina Días Alberdi, y ya tienen una hija: Jimena, de 4 años.

Pero en un país con costumbres heredadas de España e Italia fundamentalmente, la amistad y las ganas de seguir trabajando juntos después de una separación, suenan -por lo menos- a cosa extravagante. Para Emilio, la cuestión es sencilla.

"Entre dos personas que vivieron juntas, difícilmente puede morir el afecto, el cariño. Se pierde la posibilidad de la convivencia, pero no necesariamente todo lo demás. Claro, como el afecto existe, mucha gente que se separa quiere matar ese sentimiento y lo lleva al otro extremo, pero en el fondo es el mismo cariño que cambia de signo. En nosotros siempre prevaleció cierta madurez como para darnos cuenta de esa situación, y en vez de matar todo aquello, preferimos volcarlo a favor: que nos enriquezca".

En 1972, cuando se disolvió el grupo Gente de Teatro ("porque el ciclo estaba cumplido" según Emilio) Marilina empezó a pelear por un proyecto que recién concretó en 1974 y que representa su cumbre profesional, todavía hoy: La Raulito, la película dirigida por Lautaro Murúa. Cuando todavía estaba tocando el cielo con las manos, vino el derrumbe: Por actitudes o por malentendidos Marilina hizo las valijas, y se mudó a España.

"Allí filmé seis películas, pero no terminé de adaptarme. Estaba desubicada, y el trabajo que hice -incluida una segunda parte de La Raulito- no me conformó. Por eso volví: aquí está mi motor, aquí sé perfectamente quién soy. Estoy dando recitales con mis canciones, actúo en Boda Blanca, pero en realidad todo eso no me basta. Yo quiero mostrar todo lo que puedo hacer, quiero que me dejen mostrarlo. Si las cosas siguen así, ya estoy pensando seriamente en volver a irme. Quiero seguir viviendo, trabajando y aquí no lo logro".

Para Emilio Alfaro las cosas han ido mejor, fundamentalmente como director teatral (Posdata, tu gato ha muerto, Caja de sombras, Papá, El hombre elefante y La señorita de Tacna, uno de los éxitos de esta temporada): "El proyecto de dirigir lo tuve siempre. Al actor lo sigo teniendo, pero un poco en la congeladora. Por ahora me dedico a full a la dirección y el proyecto es seguir así. Una de las cosas que más me gustaría y que todavía no pude concretar, es dirigir a Marilina, porque creo que es una actriz excepcional, con facetas muy originales que creo que ni ella misma alcanza a percibir. Aquel plano de nueve minutos en La Raulito, cuando ella cuenta casi toda su vida, es la síntesis de todo lo que ella puede dar. Estoy buscando algo que podamos trabajar juntos, y creo que va a ser inevitable que lo llevemos a cabo. A lo mejor, la convenzo para que se quede".

No hay crecimiento sin dolor

Ella sonríe con algunas arrugas más que cuando era La nena. Hoy en día declara 37 años, pero representa menos. A Alfaro le pasa lo mismo: cumplió 48 años (“aunque ni sé para qué te lo digo"). Para él, pese a tanta historia corrida, el país sigue siendo el mismo que cuando Cosa Juzgada era un ejemplo de televisión bien hecha: "el país no cambia, los que cambiamos somos nosotros". Su teoría, en síntesis, es que lo pasado no está pisado.

"Creo que no hay crecimiento sin dolor. Y venimos de una experiencia particularmente dolorosa, en donde tuvimos que ser testigos de una situación no esperada que nos desbordó".



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