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En ese pozo de horrores e ignominias que fue el nazismo, brotaron luces que aún están encendidas; acaso sus destellos se prolonguen en una larga marcha de tiempo. De lo trágico surgió lo sublime, lo que rescató la condición humana perdida por aquellos que de humano sólo tuvieron la apariencia. Y en el checo Julius Fucik reconocemos la tremenda aptitud del hombre para mantener enhiesta y vertical su alma, desafiando el acecho y la tortura, en Ana Frank, la adolescencia se nos muestra más conmovedora que nunca: Ana sueña y aprende a amar en medio del desamor brutal que configura el nazismo, en el cogollo de una realidad que había transformado la ilusión en una desesperanza.
Calificar los valores que encierra el "Diario" es tarea que ya se ha hecho: verdadera obra maestra al par que testimonio insigne. Y agreguemos: sin precedente alguno. Por primera vez -y ojalá que por única- una niña de sensibilidad más aguzada, de notable cultura para su edad y sorprendentes dotes literarias ha volcado su intimidad en las páginas de un diario, por ella inventado. Y en esas páginas desfilan los encontrados sentimientos de Ana hacia su padre y su madre, y hacia aquellos con quienes debe convivir durante varios años. El resultado es más que profundo; acaso pueda llamárselo implacable. Qué lección universal encierra el "Diario" para padres e hijos; qué lecciones arroja sobre encuentros y desencuentros, sobre ese hablar distintas lenguas aunque formalmente se está hablando la misma. Pero el rasgo especial es este: la estupenda claridad que configura Ana, emergiendo de un contorno de miseria y oscuridad sin par.
PRENSA ORAL ha confiado a Marilina Ross la difícil tarea de decir los fragmentos más significativos de "Diario" de Ana Frank. Al hacerlo sabía que la joven y talentosa actriz estaba sensiblemente preparada para salir con bien.
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Las imágenes fueron compartidas por Fernando Mengani. Gracias Fer!!
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