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La vieja magia permanece intacta

25 de junio de 1993 - La Razón

Marilina Ross salió de su ostracismo y cantó en el San Martín

La vieja magia permanece intacta

En el ciclo "Clásicos populares", que se desarrolla los martes en la Sala Martín Coronado del Teatro Municipal General San Martín, se presentó Marilina Ross, luego de un largo silencio que sirvió para que se la extrañara y para corroborar que sus virtudes permanecen intactas. Entre los temas más festejados estuvo "Esos que dicen amarse", cortina musical de la nueva telenovela.


Por: AMADEO LUKAS

En un momento en el que su actividad se ha vuelto más espaciada y silenciosa, siempre es buena una presentación de tanto en tanto, fundamentalmente para sus fieles seguidores. Nos referimos a Marilina Ross y su reciente recital ofrecido en el marco de un ciclo que ella precisamente abrió, denominado Clásicos populares. Esta elogiable iniciativa comenzó y se va a llevar a cabo todos los martes en la Sala Martín Coronado del Teatro Municipal General San Martín, con la intervención de nuestra música popular.

El arte de Marilina como cantante popular siempre será muy difícil de explicar. No es una gran compositora ni tampoco una gran cantante, pero sus supuestas falencias siempre estuvieron fantásticamente compensadas. Su talento como actriz es el que ha intervenido desde un primer momento en esta otra faz artística de su rica trayectoria. Esa capacidad interpretativa ha logrado que muchas de sus canciones más exitosas fueran enaltecidas de una manera que muy pocos cantantes profesionales han logrado en su carrera. Muchos sostienen que ella es, fundamentalmente, una actriz, pero fue suya la decisión de formar parte del mundillo musical y nunca se retractó ni se arrepintió de ello; todo lo contrario, cada año encaraba -y encara- con mayor energía su trabajo. A pesar de que ciertas circunstancias fortuitas tuvieron que ver con esa determinación. Cuando Marilina regresó de su triste exilio, hace más de doce años, la prohibición decretada por personeros del gobierno militar aún pesaba sobre ella y le impedía desarrollar su profesión en teatro, cine y televisión. Esto la empujó definitivamente a dedicarse de lleno a la música, que, por otra parte, era un viejo sueño suyo, latente, que esperaba la oportunidad de expresarse. Y esa necesidad de expresión a través de melodías, armonías, ritmos y letras o poesías se volvió a poner de manifiesto, como una vieja magia siempre intacta. Fue el martes pasado en ese hermoso e imponente marco de la Sala Martín Coronado, ideal para cualquier tipo de propuesta musical. Tras la presentación de Betty Elizalde, Marilina arrancó su show con tres temas muy representativos dentro de su trayectoria y de gran significación para su público: Fotos mías, uno de los primeros y bellamente autobiográficos éxitos de la cantautora; Un inocente juego, que con su "Antón pirulero" se fue transformando en un clásico, y Como mis padres, otra notable referencia a su propia historia de vida, doblemente emotiva por la presencia de su madre en la platea. Luego de En este mismo momento, un magnífico tema no tan lejano de su producción, la Ross arremetió con un set de canciones perteneciente a su último larga duración, que pronto será editado: De amor y de locuras. De allí seleccionó Tiempo de ternura, Planeta nuestro, Como el agua que va, La verdad y la mentira-con una letra no muy poética pero sí muy mordaz-, Aliados del alma -dedicada a la amistad, con unos arreglos de fuerte sonoridad- y Esos que dicen amarse. Esta última pareció ser la pieza más redonda, más que nada por su acabada amalgama de letra y música. Será la cortina musical de una tira diaria televisiva con el mismo título. Un momento descollante sobrevino a continuación, cuando realizó su personal versión de la Balada para un loco, de Piazzolla y Ferrer. Incluida también en su último disco, esta composición irrepetible de nuestra música ciudadana encontró en Marilina Ross una inesperada y sensible traductora.

Dos estupendas obras de Eladia Blázquez, Contra viento y marea yHonrar la vida, cerraron la aplaudida presentación de Marilina, que volvió para hacer bises, que incluyeron un ingenioso popurrí y el contagioso Soles. Pablo Giangrante, el nuevo Mahler de Marilina, y Sergio Pérez en guitarras la acompañaron con solvencia e imaginación, y las luces de Leonardo Zarrabaitía se encuadraron dentro de la misma tónica. El ciclo tuvo un muy buen comienzo.

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