"Mírenme a los ojos, estoy abierta en dos"
Cuando Marilina Ross regresó en 1981 lo hizo con una guitarra bajo el brazo. Se reencontró con su público cantando en el Teatro del Picadero, que también ardería poco después bajo las llamas de la intolerancia. Pasaron veintitrés años. El mismo Gené que escribía los libretos de Cosa juzgada le puso su firma a Comunico milagros y con la batuta de Alejandro Doria —quizá el mejor director de actores de la Argentina— se materializó el regreso de la actriz. Curiosamente, Rosa, su personaje, era una mujer que se empeñaba sin éxito en difundir buenas noticias de pequeños héroes anónimos.
"Comunico milagros", soltaba. Con la emoción estallando en los ojos brillosos decía: "Yo veo lo que hay atrás de las personas". Sin hablar, Marilina Ross parecía repetir el estribillo de aquella canción "Mírenme a los ojos, aquí estoy abierta en dos". El milagro que se comunica entonces es que una herida ha cerrado, la actriz desempolvó a la actriz herida y adormecida. El milagro se produjo por la vía de ese cuadrado azotado y maravilloso que es la tele. Desde algún lugar deben estar sonriendo David Stivel, el Negro Carella y Luis Politti, que se murió de tristeza en España.
La creación artística es un gesto de amor universal que derrota a las sombras y a los sombríos. Es la comunión de un segundo, el milagro. Este quedó registrado como una instantánea que dice tanto más de lo que parece. Marilina Ross puede agregar ahora una estrofa a Fotos mías, aquella vieja canción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario