1982
MARILINA ROSS HOY:
SIN ARREPENTIMIENTO Y SIN REVANCHA
Fotos: ANTONIO CAPRIA
Producción: DAVID ALMIRÓN
Asistente de galería: RAMÓN VIEIRA
Para quien la recuerda como "La Nena", aquel personaje tierno e ingenuo que vivía metiéndose en líos que luego debía resolver "Papi" Osvaldo Miranda, y ahora la vuelve a descubrir en los afiches que publicitan sus recitales, bueno es aclarar que hoy Marilina Ross es una mujer madura. No sólo por su edad -39 años- sino por sus reflexiones, su manera de enfocar la vida y la consolidación de su vena creativa que, para muchos, tanto en lo lírico como en lo musical se ha convertido en una verdadera sorpresa.
Lejos está Marilina intérprete-actriz-autora-compositora de aquella que, casi temerosa, cantaba "Quereme como la tierra quiere al agua...". Lejos quedaron aquellos años de fervor político en que adhirió al peronismo. También está lejos el desarraigo a que la obligó la prohibición de trabajar en cine y televisión, y también los años pasados en España esperando ansiosamente que sonara la hora del regreso.
Marilina Ross ha vuelto hace dos años y aquí está. "Aquí y ahora", como dice su canción, con mucho para expresar y mucho para cantar.
Marilina por la vuelta
"Vine por dos meses y ya llevo dos años y medio en la Argentina -asegura Marilina mientras se peina el flequillo con las uñas; todavía tiene la misma cara de 'nena' aunque el rictus haya perdido gran parte de su ingenuidad-. Decidí el viaje de un día para el otro. Pensaba que sería sólo una visita y que enseguida iba a regresar a España. Ni siquiera le avisé a mis padres. Ellos no me veían desde el 77. Llegué a la casa y toqué el timbre, y cuando me vieron se quedaron mudos. El abrazo con papá duró diez minutos."
Marilina habla como una porteña más, ya totalmente desprendida del acento español.
-¿Por qué te decidiste a volver?
-Bueno, ésa fue una determinación sorpresiva. Ya lo venía pensando, pero creo que el detonante fue la muerte de Luis Politti -hace una pausa para pitar el cigarrillo (fuma demasiado por ser cantante) y un brillo de tristeza se le enciende en la mirada-. Luis se dejó morir. Le habían dicho lo que tenía, los análisis y el tratamiento que debía hacerse. Pero él en lugar de tratarse, organizó su partida como para que no le faltara nada a la familia... Y se dejó morir. Yo tuve miedo de que me pasara lo mismo y entonces regresé. La gran felicidad que sentí en aquel momento fue por volver a encontrarme conmigo misma, con los míos y con mi gente, ésta que camina por la calle, que es como yo, y empecé a estar entera, a sentirme entera. A ser yo misma.
-¿Te sirvió para ello tu experiencia en España?
-Aquello que había descubierto, todo ese viaje hacia adentro que hice que desembocó en una filosofía de vida, había que redondearlo. Pero sí, claro que me sirvió.
-¿Y cómo lo aplicás en esta etapa de cantautora que comenzó tan bien, con tanto sol?
-¿Lo pasado, pisado?
-Trato de que sea así porque... okey mirar para atrás en la medida en que te sirve para iluminar el presente. Pero no podemos perdernos este momento que nos toca vivir.
-Vayamos diez años hacia atrás, cuando adheriste al peronismo...
-En aquel momento apoyé a un movimiento de la mayoría y creía fervientemente en eso como única salida.
-¿Algún complejo de culpa, algún arrepentimiento?
-No, para nada.
-¿Eso significa que seguís pensando igual?
-No, en este momento está todo tan confuso que no consigo aclararme y creo que aquello que aprendí en España sirve también para este "aquí y ahora".
-Volviendo para atrás, ¿por qué te prohibieron?
-No sé. Sinceramente no sé porque nunca hubo una notificación oficial ni nada de eso. Pero, por ejemplo, los avisos de radio y televisión que publicitaban la obra de teatro que yo protagonizaba en aquel momento no podían incluir mi nombre. Ése fue el primer indicio. Otro fue que, cuando Andrés Percivale me invitó a su programa de televisión al que iban varios invitados a mantener una charla, se me puso como condición que no hablara. Entonces fue muy divertido porque primero representé una parte de la obra "El gran soñador" -que era muda, sin letra-, y después me senté entre todos los invitados, en un sillón muy cómodo donde podía mirar y escuchar pero sin decir una palabra.
-¿Por eso resolviste irte?
-Sí. Pero mi prohibición aquí coincidió con la propuesta de filmar dos películas en España. La Raulito había sido un éxito en Madrid. Estuvo un año y medio en sala de estreno. Esos dos contratos terminaron de decidirme.
Marilina en España
-¿Cómo fue aquella partida y cómo aquellos primeros tiempos?
-La partida fue triste y el comienzo allá, muy mal. Durante el primer año y medio estuve sumergida en una profunda depresión. Sólo después de ese tiempo pude empezar a salir de ese pozo. De todos modos, cuando me fui saqué pasaje de ida y vuelta. Siempre cometo el mismo error porque después me quedo años. Cuando volví al país en el '80 hice lo mismo. Y otra constante de mis viajes es que siempre me acompaña la guitarra. Ella siempre estuvo. En cada viaje, cuando me fui de casa, cuando me separé, la guitarra fue mi único equipaje.
-Ese mal comienzo en España no está referido a la faceta profesional...
-No. Profesionalmente me fue estupendo. Pero digo que lo pasé mal porque aquello fue un aprendizaje muy duro, muy grande y tiene que ver con los grandes maestros a que me refería antes, pasando por todos los caminos. Desde el hermetismo hasta Krishnamurti con el "Don Juan" de Castaneda de por medio.
-La idea del camino que tomaste de Machado para un par de tus canciones -en una decís: "Caminante no hay caminos, los tenemos que inventar..."- ¿tiene un horizonte definido en tu vida?
-No. No importa adónde te lleva, no hay que llegar a ningún sitio. Es el momento de transitarlo. Zen es camino. Y camino es la vida. El aquí y ahora son la mejor manera de transitarlo.
-Evidentemente, le has dado un sentido filosófico a tu vida. Pero volvamos a la actividad profesional que tuviste en España.
El hoy de Marilina Ross es un mundo de luz, de soles. "Yo nunca, en todas las cosas que hice antes, fui tan coherente como en lo que estoy haciendo ahora", dice con evidente felicidad mientras enciende un nuevo cigarrillo. En su espectáculo teatral la presencia del sol es permanente compañía de las canciones que se van enhebrando. La Marilina cantautora ¿habrá dejado de lado a la actriz?
-En absoluto. Estoy tratando de juntarlas y eso se nota en mis recitales. Todo sirve. Pero una de las satisfacciones más plenas que tuve fue participar de los arreglos musicales. Es un mundo nuevo, apasionante. Y yo no sé música pero me van surgiendo. Aquí quisiera el sonido de una flauta. Aquí, teclados... Y así van apareciendo. Tenía miedo de que si se los daba a un profesional, los temas resultaran menos cálidos.
-¡Qué salto diste de los boliches al teatro...!
-Fue casi una imposición. Todo fue creciendo. El público que me iba a ver, el grupo que me acompaña como conjunto musical, yo misma como intérprete. Y llegó el momento en que los boliches ya no daban a basto para albergar a tanta gente. Por eso fuimos al teatro.
-Cuando escribiste Puerto Pollensa ¿te imaginaste alguna vez en este éxito y en el que tuvo la canción en la versión de Sandra Mihanovich?
-No, para nada. Aquella fue una canción que escribí como un regalo personal cuando me enamoré. Después, Sandra la escuchó y me la pidió para grabarla. Jamás pensé que iba a tener ese éxito.
-¿Se puede saber a quién está dedicada?
-No -se sonríe con picardía-, es un secreto.
-Dame tu opinión sobre la censura.
-Es algo que tiene que terminar -afirma poniéndose seria-... Y va a terminar. Mientras tanto, yo hago las cosas que quiero hacer.
-¿Te hizo sufrir mucho el estar prohibida?
-No, casi diría que sirvió para que este tiempo se lo haya dedicado a la música. Coincidieron las limitaciones externas de la actriz con mi necesidad íntima de dedicarle todo mi tiempo a la música. Y quiero aclarar que aunque me levantaran la prohibición y me llamaran para hacer treinta películas maravillosas al mismo tiempo, no dejaría lo que estoy haciendo por nada del mundo. Como síntesis de todo, agregaría que uno no puede estar peleándose contra el mundo constantemente. Tiene que sacarle partido a lo que le toca vivir.
-¿Cómo definirías tu aquí y ahora?
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