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y mi padre sigue haciendose presente...


XIII) LA MAGIA DEL CASCARÓN




Paco buscó unos bastones largos, los eligió detenidamente, me explicó que en ese terreno hay que llevarlos siempre: -lo que ves es vegetación pero debajo de ella es todo piedra. En la subida te ayudarás para hacer fuerza, y en la bajada te servirá para mantener el equilibrio y no caer y romperte una pierna-. Recordé que el papá del Mago, en su foto a caballo, también llevaba un bastón.

Cuando llegué a la piedra más alta del Cascarón, en ese punto exacto donde pude encontrar la silueta del mar Cantábrico que fusiona la armonía de la tierra con el cielo… sopló un viento frío y fuerte, muy fuerte, entonces, abrí los brazos hacia el mar… tan grande como pudo mi alma y grité con toda la fuerza que pude: MISION CUMPLIDA MAGO!!! LLEGUE A TU TIERRA!

Sentí que su alma danzaba... y ví otra vez su sonrisa, que quedó flotando en el aire mucho tiempo… hasta que el viento giró en espiral y desapareció entre el mar y las montañas. Cuando quise recuperar mi bastón que había quedado apretado entre las piedras, ya no estaba. Dí mil vueltas y miré todo donde pudiera alrededor…. Pero… si lo dejé ahí!? Estaba bien trabado entre dos piedras gigantes!... estaba… pero ya no está. Me sonreí mucho, y sé que no estaba sola. Dije suavemente en voz alta: -Mago estás jugando? Querés que baje sin bastón?-... Mirar hacia la Rebollosa desde la cima del Cascarón, produce un poco de vértigo, y realmente había piedras muy grandes, escondidas y amontonadas unas con otras debajo de la vegetación que en algunos lugares me llegaba casi a la cintura y que además tenía “pinchos” que se clavaban en la ropa y te dejaban a la deriva de la suerte… -Ok Mago, allá vamos!- y simplemente bajé, sin sentir nada sólido bajo mis pies… bajé rápidamente… como flotando. Paco desde abajo se agarraba la cabeza, al llegar junto a él le dije: -fue como descender por las nubes, y no me rompí ninguna pierna… creo que el Mago estaba jugando conmigo. Fue un descenso maravilloso-. Paco, también tiene la sonrisa propia de los Parrondo… Él me había acompañado hasta la mitad de la subida… y desde allá abajo disfrutaba haber sido la “clave” de las piedras que formaban el arco del puente hacia tanta felicidad. Quién tenía “la misma sonrisa que el Mago” era Magdalena, como si algo de él aún permaneciera en su genética longeva. Una bella mujer casi centenaria pero con una vitalidad y felicidad en su alma indescriptible en palabras.


Sentí nuevamente esa emoción de agradecimiento y mi eterno “ritual” de dejar algo muy significativo. En ese momento solo tenía algo único para mí, era mi trencita en la nuca, que había dejado crecer prolijamente desde mis 19 años y a la cual llevaría conmigo hasta el final de mi vida. En la cocina de Magdalena había una tijera muy antigua colgada de un clavito de la pared. Fue la señal esperada. Pedí permiso, tomé la tijera, salí a la pradera, pegué el filo casi rasante a mi piel y simplemente de una sola vez, junté mi pulgar con el índice. El sacrificio se convirtió en una inmensa felicidad. Por primera vez, podía verla delante de mis ojos. Entonces, la sonrisa de Cheshire cascabeleó desde un huequito ente los encastres de aquellas pircas milenarias justo frente al Monte Cascarón, donde suavemente, dejé que se filtraran aquellos 25 centímetros de mi ADN. Por primera vez pude sentir la magia de la capacidad de succión de las piedras.


(continuará…)

1 comentario:

  1. Hoy llovía en Tucumán, me levante abrí la ventana y vi los picos de las montañas, un poco mas abajo las nubes que tapaba el resto de las mismas, mientras tanto un aire refrescante entraba, después de días de muchoo calor. Inmediatamente, surgió la pregunta, de verdad nos quitaron el paraíso?. Antes de responderme como se debe, apareció otra pregunta, no será que nos quitaron la capacidad de verlo?.

    Que bueno es sentir que un adulto te hable según, la normativa impuesta para una determinado periodo de vida (adolescencia), el fervor! Gracias!

    Abrazo!

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