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Las listas negras

1983 - Cuadernos para la democracia: Las listas negras

Marilina Ross - Las listas negras



¿Cuándo empiezan sus inconvenientes?

Prácticamente el día del golpe militar del ´76 aunque yo me enteré poco después. Me fui enterando de a poco, porque en realidad nunca hubo una comunicación oficial respecto de mi prohibición. Yo estaba haciendo en teatro "El gran soñador" con Luis Fisher Quintana, era una obra muda, basada en danzas y mímica.

Había arreglado con Andrés Percivale ir a su programa de "Canal 13". Me llamó entonces Andrés para decirme que lamentablemente no iba a poder ser porque en el canal le habían comunicado que yo no podía aparecer. Esto debe haber sido por abril del ´76. Entonces Andrés me dijo: "dejame que yo voy a tratar de arreglarlo". Y realmente lo intentó y pudo, pero a medias. La negociación fue ésta: que yo fuera al programa pero que no hablara. Como la escena que teníamos que hacer era muda no hubo ningún inconveniente para llevarla a cabo. Después me sentaron en un sillón junto a los demás invitados y todos hablaban menos yo. Simplemente me reí todo el tiempo. La cámara pasaba por delante de mí y yo me reía. Nadie me preguntó nada, estaba ahí como una convidada de piedra. Fue algo absurdo y ridículo.

Después, varias notas de distintos canales que estaban programadas con antelación se iban suspendiendo misteriosamente. "Se rompió el orticón" me decían a veces, "ya te vamos a llamar", "se suspendió el reportaje", "no va la nota". Esas eran las excusas. Hubo una persona de "Canal 7" que me iba a hacer un reportaje. Un día me dijo que no podía hacerlo, "te llamo y te explico después". Me llamó, efectivamente, y nos encontramos fuera del canal. Allí me explicó que yo estaba prohibida. Seguí haciendo teatro pero obviamente sin poder promocionar la obra. Mi compañero, Luis Fischer Quintana, quien no estaba prohibido, iba a las radios y hablaba de la pieza pero sin poder mencionarme a mí, y éramos solamente dos personajes. O sea que ni siquiera me podían nombrar. Continué con "El gran soñador" todo ese tiempo hasta agosto del ´76 en que todo el malestar de aquí coincidió con el éxito que en España estaba logrando "La Raulito" y con los contratos que empezaron a llegarme desde allá. Entonces me fui a España a hacer dos películas. O sea que coincidieron mis dificultades aquí con el mercado que casi mágicamente se me abría en España.

¿A usted nadie le puso una pistola en la cabeza diciéndole "o se va o la matamos"?

No en el ´76. Eso me pasó antes, en 1974, cuando formé parte de una lista de amenazados de muerte. Pero no me fui, me quedé y filmé "La Raulito". En el ´76 no tuve amenazas de muerte, se dieron las dos circunstancias que plantee antes. De no haber surgido la posibilidad de España tal vez me hubiese quedado aquí.

¿Cómo fue su vida en España?

Fue muy dolorosa, porque yo tengo una personalidad, estoy atada a mi tierra, mis afectos. Como soy hija de españoles pensé que podría encontrar mis raíces allá, pero no, evidentemente uno es de donde se cría o donde pasa su infancia. Y a pesar de haber sido recibida allá con todos los honores y todo el reconocimiento y el respeto del público español y de los profesionales españoles ("La Raulito" estuvo un año y medio en la sala del estreno) sentía que estaba en una tierra que no era la mía aunque fuera la de mis ancestros. En España hice siete películas pero yo no estaba bien, entonces mi rendimiento era a media máquina. De los trabajos que hice allá, poniéndome rigurosa apenas si puedo rescatar alguna que otra escena. Tuve muchos altibajos, no fueron buenos trabajos porque yo estaba mal. Los dos primeros años fueron realmente muy difíciles y ahí quedó bien en claro para mí que mis objetivos no eran ni el dinero ni la fama. Las dos cosas tuve en España y sin embargo andaba llorando por los rincones. En lo concerniente a la música, tampoco pude componer intensamente. La canción "Soles" empecé a escribirla en España y allá no logré terminarla. Pude llegar hasta un punto y ahí me frené. Comencé a escribir así: "El sol de mi guitarra huyó/desolada quedé y sola sin el sol/en mi traté de descubrir adónde el sol se fue/y el mi se fue con él/el fa no pudo contestar/la soledad tal vez vivía entre los dos/ el si por fin dijo no sé/ni el do ni el la ni el re pudieron responder". Hasta allí la compuse en España porque era la desolación realmente, la ausencia de sol. De ahí en adelante me puse a escribir la música, sabía que el sol tenía que entrar pero no lo encontraba, no estaba dentro de mí. Cuando volví a mi país lo encontré y compuse el resto de la canción, que me llevó tres años terminarla: "De repente una mañana/ de mi pecho se escapó/una voz que me decía/por aquí está el sol/Y empezamos a andar/entre telarañas de un viejo disfraz/y rostros de amores que ya no están/Siento que remonto vuelo y voy planeando en espiral/ sobre muertos no olvidados/sobre el bien y el mal/y la niña que fui/se alegra de verme llegar al final/donde el sol va a dar a luz el amor/y canta/aunque no lo veamos el sol siempre está".

¿Todo eso la impulsa a volver?

Me fui a España con pasaje de ida y vuelta. Creí que iba a filmar dos películas y que retornaría inmediatamente. Y estando allá me fui enterando mucho mucho más que si estuviera aquí de lo que estaba pasando en mi país, del despropósito, de la incoherencia, de las injusticias, de las desapariciones de personas que yo conocía muy bien y sabía positivamente que no tenían nada que ver. Y allá todos me decían que tenía que seguir en España y desde acá me escribían y me decían "quedate". Y el miedo se apoderó también de mí con lo cual mi situación se hacía cada vez más insostenible. A mediados del ´80 me vine hasta el Uruguay con pasaje de ida y vuelta a España y volví a perder la vuelta. Crucé el charco y me dije: "bueno, vamos a enfrentar esos miedos, vamos a ver qué pasa en mi tierra". Y un poco arrastrada por el amor, otro poco empujada por la muerte de Luis Politti en España, decidí quedarme aquí. Porque Luis allá se murió de tristeza, no quería saber nada con la vida, se dejó morir. Yo pensé que me podía llegar a pasar lo mismo, por eso me vine, por eso me quedé. Y no fue nada fácil para mí, porque el miedo no lo tenía yo solamente, lo tenía mucha gente.

Entonces hubo gente que me rehuyó la mirada, amigos míos que se hacían los que no me veían, tal vez para no comprometerse. Yo con todo esto aprendí mucho, aprendí que a los miedos no hay que guardárselos, hay que enfrentarlos, darles la cara. En la noche, cuando se siente un ruido, uno puede taparse con la frazada y hacer de cuenta que no oyó nada o puede levantarse y averiguar de dónde vino ese ruido. Esto último es lo que hay que hacer, enfrentarlo, la mayoría de las veces el ruido desaparece en el aire como un fantasma.

Usted en España a pesar de su nostalgia tuvo un digno pasar, ¿conoció gente que las pasó realmente muy mal?

Eso era espantoso. Además lo viví muy de cerca, con gente a la que admiro profundamente y que se vio obligada a hacer pequeños papeles en alguna película, sin ningún tipo de reconocimiento. Tuvieron que empezar de nuevo allá después de haber conseguido éxito aquí, tras muchos años de sacrificio. Eso fue realmente espantoso y no quisiera vivirlo otra vez.

Aunque nunca nadie se lo dijo, ¿usted se preguntó a sí misma cuál sería la causa de su inclusión en listas negras?

Es una respuesta que me he negado a dar cada vez que me formularon esa pregunta. Encontrar una respuesta válida sería darles la razón a ellos. Yo no he cometido nunca el menor delito. Es más, María Celina Parrondo, que es mi verdadero nombre, no está prohibida, sí lo está Marilina Ross. Al punto que cuando Sandra Mihanovich me pidió el tema "Puerto Pollensa" para grabarlo yo le sugerí que pusiera María Celina Parrondo, porque si ponía Marilina Ross no se lo iban a difundir. Y así pasó, María Celina Parrondo salió por todas las radios, por la televisión. O sea que yo ciudadana no estoy prohibida, la que está vedada es la figura pública de Marilina Ross.

Revisando la lista de prohibidos, ¿encuentra alguna coherencia?

Sí, llego a la conclusión de que ninguno debiera estar allí. No hay motivos para que alguien figure en una lista y no pueda trabajar.

Desde que volvió, ¿recibió amenazas, llamadas anónimas?

Muchísimas. Las más comunes son "si vas a cantar esta noche a tal lugar te volamos a vos y al local". Y yo voy igual, siempre fui y nunca me pasó nada.

¿Cuál es a su juicio el objetivo de las prohibiciones?

El objetivo de ellos es romper el vínculo entre el artista y su público. Y eso no lo lograron. Los medios de comunicación son el enlace entre ambos, y aún privándonos de la televisión y las radios no pudieron destruir ese vínculo. O sea que las listas negras no les sirvieron para nada.

¿Hubo gente que ocupó los espacios de los prohibidos?

Eso se da siempre, aun en circunstancias no tan extremas como ésta. Pero sí, hubo gente que se calló la boca y ocupó nuestros espacios. Pero yo no los juzgo, hasta los entiendo, sobre todo a aquellos que tienen hijos que mantener.

¿Perdió amigos?

Claro que los perdí, Luis Politti por ejemplo. Y también gente amiga que fue asesinada, como Carlos Mugica.

Cuando volvió e intentó trabajar como actriz, ¿fue agredida?

En el ´81, en el teatro Planeta reemplacé a Alicia Zanca en "Boda blanca". Una noche explotó una bomba de gamexane. Fue fantástica la reacción de la gente. Empezó a salir un humo insoportable y se desalojó la sala. Al rato la gente retornó y reanudamos el espectáculo. Pasaron apenas unos minutos y estalló otra bomba. Otra vez se produce la estampida hasta que la gente ingresa nuevamente y comienza a revisar las butacas. Yo desde el escenario me dirigí al público y pregunté si deseaban que continuáramos la representación. El aplauso fue realmente conmovedor, razón por la cual seguimos con el espectáculo.

Ante todas estas agresiones, ¿cómo reacciona usted?

Sin poder hacer cine ni televisión no sabía de qué trabajar, porque en realidad yo sé hacer muy pocas cosas para ganarme la vida. Pero como sé manejar muy bien pensé que a lo mejor con un taxi me las podía rebuscar y ganar plata para comer, porque vivo de mi profesión y bastante al día. Yo no tengo una cuenta bancaria. Recién ahora, con la música, puedo vivir cómodamente. Entonces, estaba un día paseando en Córdoba y me proponen cantar en un boliche muy chiquito. Lo hice un fin de semana y fue una gran experiencia, porque sentí que allí, yo solita con una guitarra estaba contando mi vida. Volví a Buenos Aires y me contratan para actuar en un "pub" los fines de semana. Se llenaba, porque como dije antes no lograron romper el vínculo. Ese lugar quedó chico y pasé a otro más grande porque también yo fui creciendo. Después empiezo a grabar.

¿A la cantante le han hecho notas?

Yo grabo en el sello CBS, que tiene planificada una promoción vendida a todas las radios pero ni siquiera pagando lograron que me difundieran. Algo similar ocurre en la televisión estatal, en los cuatro canales capitalinos. Hay un tape de promoción grabado y ningún canal lo puso en el aire. No ocurre eso en algunos sitios del interior. Pero todo depende del lugar, en un sitio sí, en otro no. Hace poco estuve en Tucumán y quienes me contrataron habían arreglado el contrato con un teatro municipal. De repente no sé quien se enteró y dijo "no, Marilina acá, no". Los empresarios fueron a hablar con el gobernador Merlo, quien autorizó mi actuación. Pero el otro, que ni sé quien era, creo que de Cultura de la Municipalidad dijo "no me importa lo que diga el gobernador, Marilina acá no va". Y no pude actuar en ese teatro. Otra vez llegué a Rosario. La compañía de discos me lleva a una radio. Entro al estudio y me preparo para el reportaje. De repente desaparece el locutor que debía hacérmelo. Al rato me dicen que "no va la nota". Salimos de allí, fuimos a otra radio y ahí sí pude hablar. Todo es muy absurdo y muy arbitrario. Y no solamente con el tema de la música, hubo un productor que me necesitaba para una película, porque tenía el papel exacto para mí. Entonces movió cielo y tierra y llegó hasta el mismísimo presidente de la Nación, que era el general Viola. El presidente dijo "sí" pero hubo otra gente que dijo "no". O sea que aun estando el "O.K." del presidente alguien dijo "no" y no pudo ser.

De todos modos a usted le importa poco la actriz que ha sucumbido ante la cantante...

Claro. Frente a la imposibilidad externa, esto no me generó rencor o impotencia porque nunca me dí la cabeza dos veces contra la misma pared. Descubrí entonces que la música, que era mi gran amor desde siempre y a la que nunca le había dado espacios dentro de mí, coincidía con toda esta situación y decidí aprovecharlo. O sea que todo sirve, hasta de las cosas más dolorosas se puede sacar provecho, siempre y cuando uno esté claro y alerta y pueda encontrar la viabilidad de lo que quiere hacer.

¿Pero no le queda ningún resentimiento?

No, porque ellos al prohibirme me posibilitaron este encuentro con la música, el haberme ido a España, todo mi crecimiento. A veces darle un sopapo a un chico vale más que diez mimos. Parece ser que es inevitable pasar por el dolor para poder crecer. La vida no es rosa para nadie, para ninguna persona ni para ningún país. La vida no es llegar a un sitio, la vida está donde uno camina. Si todos aprendemos de lo que nos pasó y nos está pasando, podremos salir fortalecidos. Creo que para nuestro país ha llegado el momento del renacimiento. Siempre y cuando aprendamos a ver la verdad dentro de este pozo en el cual estamos sumidos. A tal punto es verdad que salí crecida de todo esto, que ya he rechazado propuestas para trabajar como actriz. En este momento para mí lo más importante es la música, escribir, componer. Siento que mis recitales sirven, no sólo a mí sino a la gente. Siendo actriz estoy transmitiendo mensajes ajenos, soy simplemente una intermediaria entre un autor y el público. Con mi música no, yo soy la autora, digo las cosas que quiero decir. Nunca como ahora fui tan coherente con lo que pienso, hago, transmito y recibo. Ahora soy yo totalmente. Aunque parezca una paradoja, todo esto se lo debo en gran parte a los señores que me prohibieron.

¿En aras de esa coherencia, compone usted sobre las cosas que nos pasaron o nos pasan?

Por supuesto. A mí me pidieron un tema para el día de la madre. Todavía no lo grabé. Se llama "La plaza blanca" y dice así:

Recuerdo cuando en la plaza
vi a los hijos con las madres
que cantaban y saltaban
que jugaban a ser grandes
los hijos junto a las madres.
Pero llegó la tormenta
cuando terminó el verano,
la plaza quedó desierta,
ni las palomas quedaron,
sólo las madres volvieron
madres que siguen buscando
a los hijos que dejaron
en esa plaza jugando
jugando a que ya eran libres,
jugando, sólo jugando.

Fuente: BARULICH, Carlos, "Las listas negras", El Cid Editor, 1983, págs. 151 a 162.


Muchas Gracias Fernando de Rosario por compartir esta nota y Silvina por tipearla

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