Aquel estado de ánimo (Marilina Ross)
En Buenos Aires época actual, Joaquín Salas Bau tiene entre 48 y 50 años. Es un hombre singular y posesivo. Un niño terrible. Un hombrón celoso de sus afectos, dominante, apasionado, generoso para los suyos mientras los suyos compartan lo que él les brinda, a su lado. Propietario de una tienda de cierta categoría en un barrio tradicional (como Almagro o Flores) ha vivido siempre de su trabajo y su esfuerzo.
Se casó sin gran amor, próximo a los 30 años y de ese matrimonio tuvo dos hijos: Marcelo y María Lidia (Quelo y Marilí). Hace tiempo su primera esposa falleció. Hoy, los hijos tienen entre 18 y 20 años. Son impetuosos como el padre, rebeldes, prototipos de la generación actual. A veces equivocados, pero no malos tipos.
Joaquín ocupa un departamento importante en la misma zona de la tienda, a pocas cuadras. Atesoró una fortuna, en base a lucha y sacrificios. Ha vuelto a casarse en segundas nupcias con Clara Romero, mucho más joven que él, hija de una ex-empleada de su tienda. (Clara es la protagonista femenina, tiene aspecto de chiquilina. Joaquín la ama desmedidamente). Es consciente de la tremenda diferencia de edad. Daría su vida por Clara. No sabría vivir sin ella, pero tampoco con ella. La llama su nena. La ahoga, tratándola por momentos como a la menor de sus hijas y exigiéndole aún más que a sus hijos verdaderos. Aquéllos tienen rebeldías que a Clara no le permite.
En el departamento de Joaquín conviven éste con sus dos hijos, Clara y doña Amparo, mujer dominante, mayor y madre de Don Joaquín. También Clotilde, mucama de absoluta confianza, y doña Elena, la madre de Clarita. En el piso de abajo, en un departamento exactamente igual, también propiedad de don Joaquín, reside la abuela Angélica, madre de su primera esposa y con la que mantiene una relación afectuosa. Angélica y Amparo no han perdonado a Joaquín este segundo casamiento. De la descripción familiar puede deducirse el extraño clima que se vive en ambas casas.
Años atrás, 2 ó 3 aproximadamente, cuando Joaquín regaló a Clara un automóvil para su cumpleaños, en viaje a Mar del Plata para estrenarlo sufrieron un accidente grave del que Clara resultó ilesa, con apenas algunas heridas sin importancia, pero que a Joaquín lo anuló psíquicamente. Para todo el mundo, Clara es la culpable de ese accidente. Se la acusa por su inexperiencia como volante. Ignoran todos ellos, que la cargosa impertinencia de Joaquín la obligó a hacer la maniobra que desató el drama.
Atendido por Luciano, gran amigo y médico de confianza de la familia, Joaquín tarda en reponerse de la crisis física y moral. Éste le hace entender que tan grave como ese accidente es su temperamento déspota y absolutista. Sus celos, su forma tan especial de copiar a los seres que lo rodean. Pero ni consejos ni medicina ni los tratamientos que inicia sin la voluntad de concluirlos, modifican a este singular neurótico, que promete cambiar a partir del día de mañana para convertirse en un hombre más amplio, menos absorbente. Él maneja desde el dinero, hasta los menúes que deben prepararse en la cocina. Muchas veces cocina él mismo, negándole capacidad a la servidumbre y compra desde la fruta hasta el café, porque considera que consigue mejor mercadería y a mejores precios. Sin ser un canalla, es un insoportable, un enfermo incurable.
Juan Manuel Alinari no es estudiante. Tiene entre 27 y 28 años. Marilí lo conoce luego de una revuelta aparentemente feminista de su club estudiantil. Una gresca con los muchachos frente a los cuales se sienten desplazadas las chicas. Se arma una batahola y Juan Manuel rescata de una paliza a Marilí, metiéndola en su camioneta. Es un hombre cabal. Propietario de un modesto supermercado, también por Almagro. Es paraguayo y tiene a cargo a su familia: madre y tres hermanas, dos de ellas aún en Asunción. Lucha denodadamente por reunir a todos en Buenos Aires. La madre, dominante, ve en ese hijo la esperanza de progresar, de obtener todo lo que siempre les faltó. Mitaí es otro personaje importante, un dependiente de 18 años que Juan Manuel tiene a su cargo en el supermercado.
Marilí se deslumbra en principio con el accidente a través del cual conoce a Juan Manuel. Luego, se cansa de él sin dejar de reconocer que en cierta forma le atrae su personalidad, su piel, su sonrisa, su sexo. Pero es un "bueno"... un "aburrido" para su modo de entender los primeros escarceos sentimentales.
Absurdamente, para quitárselo de encima, le miente diciéndole como suya la vida de Clara. Le hace creer que está casada con un hombre mayor e insoportable (su padre). Tanto miente y complica las cosas que Juan Manuel se intriga y trata de conocer a la familia de Marilí. Por temor de que todo se descubra y Joaquín la castigue, Marilí suplica ayuda a Clara. Clara conocerá, por fin, a Juan Manuel. Ocurrirá entonces, desde el primer momento, una atracción, una simpatía, una admiración, una ternura, un deslumbramiento que ambos se niegan pero es evidente. La gestación de un amor tan doloroso como imposible y prohibido. El resto, como en toda telenovela, son encuentros y desencuentros.
Por su parte, la madre de Juan Manuel teme que su hijo lo abandone todo para unirse a una mujer con los compromisos de Clara. Y teme a una venganza de Joaquín.
Planteo fundamental: ¿por salvar las apariencias o un amor equivocado es preferible una mentira? ¿Qué derechos les corresponden a dos seres que, como Clara y Juan Manuel, se encuentran en la vida demasiado tarde?
Piel Naranja, tiene un trágico desenlace. Tras intentar la felicidad huyendo juntos, Clara y Juan Manuel son sorprendidos por Joaquín. Éste, cegado por su gran amor, el verdadero como él lo llama, los mata. Pero no sobrevive a esa muerte. Ante el horror de lo que hizo, víctima de crisis cada vez mayores, a pocos pasos de su pretendida Justicia, muere también víctima de un ataque.
Esto ocurre en las secuencias finales de una historia manejada con adultez, ternura, encanto y dueña de una amplia gama de personajes y situaciones, que abarcan casi todas las facetas humanas.
Marilina querida, tuviste el honor de ser una de las protagonistas de los teleteatros de Alberto Migré. Qué bien que estabas en Piel Naranja, qué buen elenco, qué buen argumento, qué lindas filmaciones y qué espectacular música la de Alain Debray, la tuya "quereme, tengo frío" y la de Juan Eduardo. Te recuerdo como la señora Clarita, te recuerdo como la frágil esposa de Joaquín y la valiente mujer que se atrevió a romper con prejuicios y acercarse al hombre de quien realmente se había enamorado. Marilina: te felicito por tu extensa trayectoria. Sos una GRANDE!!!
ResponderEliminarMe reunía con 1 amigo todas las semanas, siempre en días diferentes. 1 día vino el día de la novela y se hizo la hora. Mamá le pregunta: Te quedas a cenar?, A partir de ahí venía siempre el mismo día para no perderse Piel Naranja. Años mas tarde fue mi esposo. Tuvimos 4 hijos y aunque hoy no estamos juntos es 1 hermoso recuerdo.
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